• March 28, 2024

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Dos HISTORIAS de JUSTICIA

Este reconocimiento y homenaje que se viene haciendo cada año, fue institucionalizado por primera vez en 1976, quedando para la historia Helen Henry, en obtener el primero de ellos.

De acuerdo a Gabriela Flora, de AFSC, dijo que este premio lleva el nombre de Jack Gore, un activista de Boulder que se caracterizó por su lucha en pro de la paz, quien ofreció inspiración y liderazgo a muchas personas, labor que se le recuerda especialmente durante la guerra de Vietnam en la década de 1960. Desde 1976 este premio en memoria de Jack se le otorga a una persona que su esfuerzo se ve reflejado bajo esos conceptos.

Marge y su esposo Leo, durante la entrega del reconocimiento anual por parte del Comité al Servicio de los Amigos Americanos. (Fotos cortesía de Gabriela Flora)
Marge y su esposo Leo, durante la entrega del reconocimiento anual por parte del Comité al Servicio de los Amigos Americanos. (Fotos cortesía de Gabriela Flora)

De origen japonés
Marge Yamada Taniwaki, tiene una historia especial y por una gran devoción en los derechos humanos en diversas comunidades. Su relato suele ser más que histórico, anecdótico. En el evento organizado por el Comité al Servicio de los Amigos Americanos, para la entrega de dichos premios, en donde Marge acudió junto a su esposo Leo para recibir el galardón, se dio a conocer que ella, como muchas personas de descendencia japonés, Marge y su familia (papá, mamá, hermano y hermana) fueron internados durante la II Guerra Mundial. Ellos fueron detenidos, cuando Marge apenas tenía siete meses de edad y encierro que terminó al cumplir ella los cuatro años. Estuvieron en Manzanar, cerca de Death Valley en California, uno de los diez campamentos ubicados en el medio oeste de los Estados Unidos. De acuerdo a su historia misma, ellos estuvieron ahí recluidos porque la madre de Marge presuntamente tenía enlace con Yokohama; así que a la familia entera les fue negada regresar a su hogar ubicado en la costa Oeste del país después de la guerra y fue ahí que su vida tuvo que tomar otro camino, y ese recorrido tomó el rumbo a Denver.

La familia tuvo que integrarse a una comunidad muy cercana con personas de origen japonés-americano y de ahí hubo el intercambio como comunidad misma, de conocerse unos a otros. Se tiene el dato que Marge se graduó de la Escuela Preparatoria Manual, contando con una población estudiantil tan diversa, que fue llamada así misma como una pequeña Naciones Unidas.

Tania y su mamá Imelda, compartiendo un momento especial.
Tania y su mamá Imelda, compartiendo un momento especial.

Vino el momento de salir de su hogar y tras casarse con su novio de escuela, y a los 17 años de edad tener a su primer hijo, vino con ello también el de romper con una de sus tradiciones dentro de su comunidad y dejar en ese tiempo una huella sobre sus inicios de un activismo por un movimiento de liberación de la mujer. A los 18 años de edad, tuvo una hija más. Tras 18 años de casamiento, ella terminó divorciándose de su pareja, y con ello, originándose un escándalo en la comunidad donde se asentó su familia.

Después de este momento, vino un cambio; ella se preparó mejor, se apasionó de la lectura, asistió a la Universidad de Colorado en Denver y participó en diversos grupos, buscando no hacer su activismo sólo en la comunidad asiática, sino también entre los afroamericanos y trabajó en campañas de apoyo de los Navajos, entre otras luchas. Hasta su jubilación, Marge trabajó 30 años como secretaria en empresas de abogados, una labor que le permitió tener la libertar para ejercer su pasión por el activismo a favor de los derechos humanos.
Marge empezó su relación con AFSC, gracias a Art y Ruth Warner, de Mountain View Friends, y así por más de 12 años se involucró en acciones del Comité al Servicio de los Amigos Americanos y se sumó a varias luchas, con un impacto que trascendió más allá del territorio de Colorado.

En la actualidad, Marge y su esposo Leo –Griep-Ruiz, de origen salvadoreño-americano, proveen apoyo directo a un grupo de refugiados y le dan vida a un programa radial en la Radio Comunitaria de KGNU con su programa de “La Lucha Sigue”, programa que se enfoca en las luchas por los derechos humanos. en América Central

De origen mexicano
El otro galardón fue para Tania I. Soto Valenzuela. Ella llegó de México a los Estados Unidos acompañada de su papá (Manuel), su mamá (Imelda) y su hermano (Manuel), con las mismas ilusiones y esperanza de trabajar y estar juntos. Tania se graduó de la Escuela Preparatoria Iver C. Ranum del Condado Adams, para luego ir a la Universidad Regis.

Recuerda, que una vez se estaba discutiendo el tema de inmigración en dicha universidad y ella, segura de sí misma habló y pronunció el siguiente discurso: “Si quieren ver cómo se ve, cómo se siente y cómo nos afecta la justicia de la inmigración…aquí está un caso frente a ustedes…”
Su voz prácticamente se convirtió en uno de sus principales valores y de justicia social; fue así que logró a sus compañero de escuela a aprender más sobre este problema, educarse y sobre ser activos, tan es así que después muchos de ellos participaron en una vigilia frente al Centro de Detención.

El trabajo de Tania ha sido constante y siempre enfocado por una mejor justicia para la comunidad inmigrante. Ella ha formado parte en el Comité de Programas de AFSC desde 2011, donde se ha caracterizado su liderazgo y por sumarse a diversas tareas, donde su voz se escucha y tiene un liderazgo importante.

Sus vigilias han sido constantes, incluso desde 2010, donde se sumaba al esfuerzo para ayudar a planearlas, liderarlas y promoverlas. Ha tomado parte en el movimiento “Ni uno más”, dirigido por inmigrantes y no hace mucho formó parte como organizadora comunitaria en la Coalición Progresista de Colorado por alrededor de dos años.
Pero su lucha más importante, es la de abogar por evitar que su mamá sea deportada; también tuvo una participación significativa en el 2012 en la campaña de Licencias Para Todo.

Del porqué su labor en las luchas por una justicia, ella misma nos lo aclara: “Cuando vives en una opresión sistemática, de pronto no sabes cómo expresarlo, pero lo sientes profundamente. Cuando vives esa opresión, tienes que hablar. Cuando veo injusticia en mi comunidad, tengo que actuar”.

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